Muitos amigos turistas me perguntam o que acho im-per-dí-vel aqui no Uruguay, qual passeio eles não podem voltar sem ter feito e eu resposto sem pestanejar: ver o por do sol na rambla de Montevideo e na Casa Pueblo em Punta Ballena!
Mas o por do sol, Jamile? Simmm, o por do sol! :P
Rambla de Montevideo, namorado fotografo!
Em minhas andanças poucas vezes vi esse espetáculo da natureza apresentar-se de forma tão intensa e linda como costuma ser aqui no paisito.
Na Casa Pueblo o espetáculo emociona, é digno de uma cerimonia, e assim o artista uruguaio Carlos Paez batizou o poema que passa todas as tardes nesse lugar incrível que ele construiu em Punta Ballena:
Ceremonia del Sol
Carlos Paez Vilaró
Carlos Paez Vilaró
Hola Sol …! Otra vez sin anunciarte llegas
a visitarnos. Otra vez en tu larga caminata desde el comienzo de la vida.
Hola Sol…! Con tu panza cargada de oro
hirviendo para repartirlo generoso por villas y caseríos, capillas campesinas,
valles, bosques, ríos o pueblitos olvidados.
Hola Sol…! Nadie ignora que perteneces a
todos, pero que prefieres dar tu calor a los más necesitados, los que precisan
de tu luz para iluminar sus casitas de chapa, los que reciben de tí la energía
para afrontar el trabajo, los que piden a Dios que nunca les faltes, para
enriquecer sus plantíos, y lograr sus cosechas. Es que vos, Sol, sos el pan dorado
de la mesa de los pobres. Desde mis terrazas te veo llegar cada tarde como un
aro de fuego rodando a través de los años, puntual, infaltable, animando mi
filosofía desde el día que soñé con levantar Casapueblo y puse entre las rocas
mi primer ladrillo.
Recuerdo que era un día inflamado de
tormenta, el mar había sustituido el azul por un color grisáceo empavonado, en
el horizonte un velero escorado afinaba el rumbo para saltear la tempestad, el
cielo se llenaba de graznidos de cuervos en huida, la sierra se peinaba con la
ventolera alborotando a la comadreja y al conejo.
Pero de golpe como un anuncio sobrenatural
el cielo se perforó y apareciste vos. Eras un sol nítido y redondo, perfecto y
delineado, puesto sobre el escenario de mi iniciación con la fuerza sagrada de
un vitreaux de iglesia. Desde ese instante sentí que Dios habitaba en ti, que
en tu fragua derretía la fe y que por medio de tus rayos la transmitía por
todos los sitios donde transitabas. Los mismos brazos de oro que al
desperezarte iluminan el cielo, al estirarse a los costados entibian las
sierras, o apuntando hacia abajo laminan el mar.
Hola Sol…! Cómo me gustaría haber
compartido tu largo trayecto regalando luz, porque a tu paso acariciaste la
vida de mil pueblos, compartiste sus alegrías y tristezas, conociste la guerra
y la paz, impulsaste la oración y el trabajo, acompañaste la libertad e hiciste
menos dura la oscuridad de los presidios.
A tu paso sol, se adormecen los lagartos,
despiertan los girasoles y los gallos cacarean. Se relamen los gatos
vagabundos, los perros guitarrean, y el topo se encandila al salir de la cueva.
A tu paso sol, hay sudor en la frente del obrero y en los cuerpos de las
mujeres cobrizas que alcanzan el cántaro de la favela. Con tus latidos
conmueves el mar, das música a la siembra, la usina y el mercado.
A tu paso corrieron en estampida búfalos y
antílopes, desperezó el león, se asombró la jirafa, se deslizó la serpiente y
voló la mariposa. A tu paso cantó la calandria, despegó el aguilucho, despertó
el murciélago y emigró el albatros.
Hola Sol…! Gracias por volver a animar mi
vida de artista. Porque hiciste menos sola mi soledad. Es que me he
acostumbrado a tu compañía y si no te tengo, te busco por donde quiera que
estés. Por eso te reencontré en la Polinesia, cuando te coronaron rey de los
archipiélagos de nácar y los arrecifes dentellados de coral, o también en
Africa, cuando dabas impulso a sus revoluciones libertarias y te reflejabas en
el espejo de sus escudos tribales para inyectarles coraje. Te estoy mirando y
veo que no has cambiado, que sos el mismo sol que reverenciaron los aztecas, el
mismo de mi peregrinaje pintando por América, el que envolvió la Amazonia
misteriosa y secreta, el que me alumbró los caminos al Machupichu sagrado del
Perú, el de los valles patagónicos o los territorios del Sioux o del comanche.
El mismo sol que me llevó a Borneo, Sumatra, Bali, las islas musicales o los
quemantes arenales del Sahara.
A diferencia del relámpago que apenas
proyecta en la noche latigazos de luz, desde tu reinado planetario, tus
destellos continúan activos, permanentes.
Alguna vez la travesura de las nubes oculta
tu esplendor, pero cuando ello ocurre, sabemos que estás ahí, jugando a las
escondidas.
Otras veces, en cambio, te vemos sonreír
cuando las golondrinas o las gaviotas te usan de papel para escribir las frases
de su vuelo.
Gracias Sol, por invadir la intimidad de mi
atardecer y zambullirte en mis aguas.
Ahora serás la luz de los peces y su
secreto universo submarino. También de los fantasmas que habitan en el vientre
de los barcos hundidos en trágicos naufragios.
Gracias Sol…! Por regalarnos esta ceremonia
amarilla. Gracias por dejar mis paredes blancas impregnadas de tu
fosforescencia.
Entre ventoleras y borrascas, cruzando
ciclones y tempestades, lluvias o tornados, pudiste llegar hasta aquí para irte
silenciosamente frente a nuestros ojos.
Porque tu misión es partir a iluminar otros
sitios. Labradores, estibadores, pescadores te esperan en otras regiones donde
la noche desaparecerá con tu llegada.
Y como respondiendo a un timbre mágico
despertarás las ciudades, irás junto a los niños a la escuela, pondrás en vuelo
la felicidad de los pájaros, llamarás a misa.
A tu llegada, se animará el andamio con sus
obreros, cantarán los pregoneros en las ferias, la orilla del río se llenará de
lavanderas y entrará la alegría por la banderola de los hospitales.
Chau Sol…! Cuando en un instante te vayas
del todo, morirá la tarde. La nostalgia se apoderará de mí y la oscuridad
entrará en Casapueblo. La oscuridad, con su apetito insaciable penetrando por
debajo de mis puertas, a través de las ventanas o por cuanta rendija encuentre
para filtrarse en mi atelier, abriéndole cancha a las mariposas nocturnas.
Chau Sol…! Te quiero mucho…
Cuando era niño quería alcanzarte con mi
barrilete. Ahora que soy viejo, sólo me resigno a saludarte mientras la tarde
bosteza por tu boca de mimbre.
Chau Sol…! Gracias por provocarnos una
lágrima, al pensar que iluminaste también la vida de nuestros abuelos, de
nuestros padres y la de todos los seres queridos que ya no están junto a
nosotros, pero que te siguen disfrutando desde otra altura.
Adiós Sol…! Mañana te espero otra vez.
Casapueblo es tu casa, por eso todos la llaman la casa del sol. El sol de mi
vida de artista. El sol de mi soledad. Es que me siento millonario en soles,
que guardo en la alcancía del horizonte.
É que eu também me sinto "milionária em sóis", sabem? ;)
Vídeo com o finalzinho do
poema e do por do sol aqui.
Abraço!